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UN RESULTADO INAPELABLE
19 diciembre, 2017

Con un contundente resultado, Sebastián Piñera se alzó como el vencedor inapelable en los comicios del domingo. Su triunfo sorprendió por lo macizo en prácticamente todo el territorio nacional, especialmente considerando que se esperaba una contienda reñida, que se definiría voto a voto. Por su parte, el oficialismo hace intentos por entender lo sucedido. La gran diferencia de votos aparece en principio como fuera de toda lógica y cálculo, ya que lo esperable era un resultado que se correspondiera con las proyecciones que unos y otros parecían compartir. A partir del domingo en la noche, las discusiones transitan por caminos muy distintos: para donde se fueron los votos del Frente Amplio, quienes son esos chilenos que – contra todo pronóstico y con voto voluntario – se sintieron motivados a participar del balotaje. Pero, por sobre todo, tanto en las filas del Gobierno como en la Nueva Mayoría, se abren horas de reflexión, de búsqueda de respuestas y, por cierto, de la necesidad de descubrir las claves del futuro, enfrentando con honestidad la historia de lo sucedido en la coalición en los últimos años.


A las elecciones de este domingo 17 acudieron 300 mil nuevos electores. Se rompía así algo que ya se imaginaba como una tendencia; la de que en segundas vueltas disminuía la cantidad de votantes. Por el contrario, la sólida cantidad de 7 millones de electores en el balotaje se transformó en un contundente símbolo de lo que ocurre cuando la ciudadanía percibe que se está frente a una contienda que confronta alternativas decisivas para el desarrollo de su vida cotidiana.


Lo cierto es que nadie esperaba una diferencia de 9 puntos entre Piñera y Guillier, ni menos que la votación del candidato de la centro-derecha se empinara a un nivel que solo se compara a los primeros resultados obtenidos luego de la recuperación democrática. El contundente triunfo de Piñera se transformó así en una voz de alarma para La Moneda y en una poderosa señal para un oficialismo que está obligado hoy a encontrar las respuestas de fondo que hay detrás de esta decisión ciudadana.
Tampoco pasó desapercibido que la propia oposición no contemplaba en ninguno de sus escenarios un resultado como el que se dió, como lo demuestran los esporádicos intentos por instalar comunicacionalmente la idea de los votos marcados.

 

Ante este escenario, es importante destacar que:


1. A contrapelo de cualquier versión, el domingo se constató que Chile cuenta con un proceso electoral eficiente, transparente y que, como pocos países del mundo, permite tener muy tempranamente una claridad sobre tendencias electorales que no se modifican en lo sustencial con el correr de las horas. De esta forma, el triunfo de Piñera no solo es plenamente legítimo por la diferencia de votos sino porque emerge de una respuesta ciudadana que, en los márgenes del 50% de su padrón, ratificó en las urnas que lo que quiere para los próximos años es un gobierno de esa tendencia.


2. El Gobierno de Piñera estará llamado a orientar su acción hacia la concresión de acuerdos que viabilicen el apoyo parlamentario a sus iniciativas. Esto está relacionado, no solo a la búsqueda de
mayorías en el Parlamento sino, y por sobre todo, a encontrar una amalgama que haga posible que las reformas emprendidas durante el gobierno de Bachelet no tengan un retroceso sino la readecuación necesaria durante la gestión que se aproxima.


3. Los resultados lectorales dejaron en evidencia que la ciudadanía busca estabilidad, que quiere certezas y un país que le ofrezca posibilidades de desarrollo y bienestar familiar. La posibilidad de que se despliegue una dinámica social antigubernamental esta absolutamente ligada a la capacidad que tenga el gobierno de Piñera de equidistar armónicamente sus planes de gobierno con algunas demandas ya instaladas en la sociedad chilena y que, todo indica, no pasarán al olvido. Una de ellas, quizas la fundamental, es la demanda por mejores pensiones. Probablemente el principal desafío que tendrá la Administracion entrante será encontrar una fórmula que haga posible materializar ese deseo ciudadano de manera adecuada y sustentable.


4. Si algo dejó claro el resultado electoral del domingo es el profundo error que cometen quienes buscan ideologizar la intención de voto. La mayoría ciudadana no vota por contenidos tan específicos como “asamblea constituyente” o “crecimiento”. Estos últimos temas forman parte de los estamentos políticamente informados o de las elites. La gran mayoría ciudadana acude a las urnas identificándose con cosas mucho más prácticas y cotidianas. No olvidar eso, tenerlo presente al momento de evaluar a los conglomerados y de definir políticas es fundamental si lo que se busca es la materialización de una sociedad cuya dinámica haga posible el avance de las politicas públicas y la concreción de la gobernabilidad que requiere el país.


5. El balotaje del domingo dejó de manifiesto que la nueva ley electoral no es un factor que incida negativamente en el universo de votantes. El país parecía no estar en campaña presidencial, los característicos carteles, palomas y gigantografías brillaban por su ausencia. Nada hacía presagiar que en la segunda vuelta acudirían más votantes que en la primera ronda. Sin embargo así ocurrió, lo que expresa que los electores si estaban interesados en los comicios, que buscaron las maneras de informarse y que acudieron a los centros de votación con la convicción de que era importante su participación.


6. Una vez más, quedó en evidencia que el factor comunicacional se transforma en decisivo al momento en que los electores toman su decisión. En un proceso que dura cuatro semanas, la franja electoral, que promedió un rating de entre 30 y 35 puntos, y el debate de Anatel, que promedió 45 puntos de rating demostraron que millones de personas acudieron a estas instancias para informarse en su toma de decisión. El otro factor, el territorial, sin duda se transforma en otro eslabón importante al momento de definir nichos y poner acentos en el trabajo de campaña. Sin embargo, no cabe duda que al momento de tomar su opción final el ciudadano quiere saber cómo es su candidato, qué le transmite, si confía en él o si le da las certezas y seguridades que está buscando, así como el nivel de unidad y cohesión de quienes lo apoyan. En esto último, Piñera fue claramente más certero al mostrar que quienes fueron sus contrincantes en su propio sector, no solo lo apoyaron sino que se hicieron parte activa de su comando. Todo lo anterior, solo es posible proyectarlo a través de los medios de comunicación, de la televisión, las radios y las redes sociales.


7. Por último, esta elección derribó algunos mitos que, en lecturas sobre politizadas o ideologizadas, se proyectaban como verdades inamovibles: la ciudadanía no es de izquierda ni de derecha sino que busca apoyar a quienes les den confianza y le ofrezcan soluciones a sus problemas cotidianos y garantías de estabilidad y gobernabilidad. De igual manera, quedó en evidencia que el aumento de votantes no ayuda necesariamente a algún sector en particular. Y, por último, que el uso de campañas del terror o ataques personales, lejos de colaborar al posicionamiento de una idea o liderazgo, produce una reacción contraria en el electorado chileno

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