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LIDERAZGO A PRUEBA
24 enero, 2019

Que el mundo atraviesa por un nuevo ciclo político de polarización, mayor ideologismo y creciente populismo, parece quedar absolutamente claro a partir de los simples hechos. Mientras en Europa la premier británica, Theresa May, vive sus propias “horas más oscuras” y Trump agota su espacio de maniobra y negociación para materializar su ansiado muro en la frontera con México, en Venezuela, no obstante los graves cuestionamientos a su legitimidad, Nicolás Maduro asumió un nuevo Mandato, en medio de una gran crisis económica y social, que se expresa en falta de alimentos, descontrolada inflación y una salud colapsada. La inflación batió recor y superó el millón por ciento y se registra un alza inter anual de los precios de más de un millón por ciento, según la medición que lleva la Asamblea Nacional ante la total ausencia de cifras oficiales. El Fondo Monetario Internacional, por su parte, estima que ésta hiper inflación venezolana podría llegar a los 10 millones por ciento en el curso de este año. En Brasil en tanto, uno de los primeros proyectos de Ley de Jair Bolsonaro, denominado de Seguridad Jurídica, sorprendió prohíbiendo juzgar a las policías por actos realizados en servicio. El debutante Mandatario ha pedido a todos los poderes -Legislativo, Ejecutivo y Judicial- “asumir este compromiso urgentemente”, presionando para aprobar a -la brevedad- una iniciativa que busca asegurar la total impunidad para los organismos policiales.


Estos procesos, polarmente opuestos en términos ideológicos y políticos, están reflejando el creciente estado de radicalización que desplaza paulatinamente la tendencia a la convergencia sobre principios básicos de convivencia que parecían estar ganando espacio en la región.


Todas estas noticias muestran un mundo convulsionado y en una dinámica de la cual Chile no está ajeno.

Clave1: DETERIORO DEL LIDERAZGO: Por primera vez, tras el retorno de la democracia, el surgimiento de una incipiente ultra derecha, apoyada en la emergencia de José Antonio Kast, tensiona a Chile Vamos y al Gobierno de Sebastián Piñera, quien hace esfuerzos por mantener su línea de moderación y de centro, en medio de crecientes críticas internas a su gestión. Aun cuando los temas controversiales comenzaron con la agenda valórica que abordó Piñera en los primeros meses, el tema que ha desatado una crisis mayor para el Gobierno y una gran controversia, es La Araucanía. Luego se cumplirán dos meses del crimen de Camilo Catrillanca y La Moneda no solo no logra cerrar el conflicto, sino que éste ha agudizado las contradicciones al interior de la coalición. En la semana trascendió una declaración de algunos gremios de Malleco y Cautín que –aun cuando no sean muy representativos de la zona- descalifican totalmente al Ministro Alfredo Moreno, declarándolo persona non grata y acusándolo de ser responsable de que “los líderes de la violencia terrorista” hayan “radicalizado sus exigencias políticas y territoriales al encontrar en el Ministro a un interlocutor que no tuvieron en 20 años”.

Cualquier reflexión responsable de lo que está ocurriendo en La Araucanía desde que asumió Sebastián Piñera indica que en la implementación del llamado Plan Impulso se deben distinguir dos etapas. La primera, de apertura de conversaciones y negociaciones, que fue bien recibida por todos los sectores y que mostró, por primera vez, una disposición del gran empresariado local y nacional de hacerse parte de la búsqueda de una solución a este histórico problema.
La segunda etapa se abre con el asesinato del joven comunero Camilo Catrillanca. La inexplicable forma en que se cometió el crimen, por la espalda, desarmado, sin provocaciones previas, con mentiras reiterativas de Carabineros y varias declaraciones contrapuestas y corregidas, explican la reacción de rechazo y la radicalización de muchas agrupaciones.
Es evidente que es la acción irresponsable y criminal de Carabineros la que provocó el cambio político en la región. Es también ese mismo hecho el que transformó en factor nacional un conflicto que permanecía focalizado en la zona. Hoy, La Moneda debería tener muy claro que parte importante del sello histórico del Presidente Piñera en su actual mandato estará determinado por lo que acontezca en La Araucanía.


Hoy, todavía no es posible terminar de evaluar todas las consecuencias que ha tenido para el Gobierno el asesinato del joven comunero Catrillanca. Entre otras cosas, porque el conocimiento público de nuevas declaraciones se transforma en una pesadilla sin fin, que impide al Ejecutivo dejar el caso en manos de la justicia, para enfocarse en las tareas propias de gobernar.
Aun cuando muy lejos se ve ahora el anuncio presidencial del Plan Araucanía y los posteriores esfuerzos del Ministro de Desarrollo y la Familia para comenzar a implementarlo, no se debería olvidar que, en su mejor momento, sus avances para generar confianzas y comenzar un camino de diálogo entre los actores, fueron coronados con un histórico encuentro entre el hijo del matrimonio Luchsinger-Mackay y el lonco Aniceto Noria, abriendo fundadas esperanzas de paz para muchos. Por lo descrito sería conveniente que el Presidente tuviera presente al momento de tomar decisiones al respecto, que:

– Si el Gobierno se juega de verdad por reinstalar el diálogo y la búsqueda de la renuncia a la toda violencia como método de lucha en la zona, habrá logrado un hito que quedará registrado en la historia. Si, por el contrario, cede a las presiones y demandas de los sectores radicales, exhibirá un fracaso estratégico en su imagen de liderazgo y en la proyección de la capacidad que tiene la derecha chilena para resolver conflictos estructurales en el camino de Chile al desarrollo.

– Si el Gobierno se juega de verdad por reinstalar el diálogo y la búsqueda de la renuncia a la toda violencia como método de lucha en la zona, habrá logrado un hito que quedará registrado en la historia. Si, por el contrario, cede a las presiones y demandas de los sectores radicales, exhibirá un fracaso estratégico en su imagen de liderazgo y en la proyección de la capacidad que tiene la derecha chilena para resolver conflictos estructurales en el camino de Chile al desarrollo.

– El Ejecutivo -con un Ministro del Interior tratando de sortear sus peores horas y con una Acusación Constitucional en su contra aun “en veremos” por las interminables secuelas de la muerte del joven comunero Catrillanca en La Araucanía- se observa incapaz de anticipar y gestionar eficientemente los conflictos de la coyuntura, como el que enfrenta por el veto presidencial en la ley de pesca de la jibia.

– Se pone, así, “cuesta arriba” el anhelo inicial del Mandatario de dejar por herencia no solo un nuevo gobierno del sector, sino también una derecha moderna y liberal en lo social y económico, distante de todo resabio de los años de la dictadura.

En conclusión, todo indica que en este año que comienza el Ejecutivo, más allá del curso de proyectos como el de “Admisión Justa” o de la Ley de Migración u otros que estén en el Parlamento o que falte aun por enviar, será finalmente evaluado por cómo logre resolver la verdadera trampa que atrapó al gobierno en la Araucanía y el estado en que deje la economía al finalizar su mandato, aun cuando esto último, no dependa exclusivamente del ejecutivo, sino también de factores internacionales.

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