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La Realidad de España Post Covid-19  ó  Cómo Marcó la Pandemia a España
12 de junio, 2020

Francesc Moreu Orobitg

Sitges, Cataluña

 

Compartimos el análisis que nos envió Frances Moreu Orobitg , salubrista catalán experto en gestión pública, sobre lo ocurrido en España y las lecciones que habría que sacar de ello.

Nuestra oficina realizó un seminario para abrir el año 2016 con el debate sobre los sistemas de salud públicos y privados. Participaron el exministro de Salud del Presidente Piñera, Emilio Santelices,  al exministro de Salud de la Presidenta Bachelet, Alvaro Erazzo, y a Francesc Moreu Orobutg , gestor de hospitales universitarios y de aseguradoras públicas de salud en España. Profesor de la Universidad de Barcelona, de la Escuela de Ingenieros de Tarrasa y responsable de los programas de gestión sanitaria de la Barcelona Management School, de la Universidad Pompeu Fabra. Moreu también es consultor internacional en la mayoría de los países de Centro y Sudamérica, y autor de multitud de artículos, cursos y ponencias. Fue también responsable de la provision publica de salud en el primer gobierno socialista español.

España al dia de hoy tiene, según un estudio, un 5% de la población (2.350.000) seroprevalentes covid-19 y unos 280.000 casos confirmados (un 20% son personal sanitario), de los cuales 104.000 han cursado con síntomas ligeros, 150.000 se han recuperado tras su tratamiento (de los cuales 13.000, un 9%, han pasado por las camas de cuidados intensivos) y unos 26.000 han fallecido (una letalidad de 1,1% sobre los seroprevalentes estimados). De estos fallecidos, el 80% son mayores de 70 años y el 30% del total de estos fallecidos, unos 8.000, lo han sido en residencias geriátricas.

 

Estas son las cifras frías que explican la magnitud de esta catástrofe sin precedentes, pero no hay que olvidar que detrás de cada número hay un drama personal y familiar sin consuelo.

 

El sistema público de salud español es robusto en cuanto a recursos y resultados clínicos. Casi 94.000 camas de agudos (aproximadamente 2 camas por mil habitantes ) de las cuales 3.500 son de Cuidados Intensivos, mas que suficientes en condiciones normales en que su ocupación no pasa del 75%, pero que fueron insuficientes en el pic de la pandemia para atender a todos los pacientes que las necesitaban, pese a colocar bajo la autoridad pública las casi 900 existentes en el sector privado, lo que obligó a improvisar otras 3.000 para no colapsar la necesaria atención a los infectados, además de suspender durante 10 semanas las intervenciones programadas no urgentes y disponer en diferentes modalidades de unas 1.500 camas adicionales para pre-alta de enfermos covid.

 

Pese a problemas no menores de material de protección para los sanitarios (y el resto de la población) y la dificultad de acopiar los necesarios respiradores para equipar las camas adicionales de intensivos, el sistema de atención funcionó satisfactoriamente y así lo reconocieron un dia sí y otro también los ciudadanos con sus aplausos al personal sanitario cada día a las 20 hs.

 

Obviamente el problema fundamental fue el número de contagios cuya explicación aún no está clara. Tan pronto se avizoró la tragedia se decretó el confinamiento total poniendo así la vida de las personas por delante del desastre económico y social que provocaba el cese casi total de la actividad, pero el virus ya corría libremente y la trazabilidad fue imposible. Mas del 50% de todos los casos ocurrieron en la conurbación de Barcelona y Madrid, donde reside el 30% de los españoles

 

Hoy la emergencia sanitaria puede darse por superada (salvo rebrotes en invierno) después de tres meses desde el primer caso y dos y medio tras decretarse el confinamiento total.

 

Las previsiones de la caída del PIB son de entre el 11 y el 15% y el incremento de la pérdida de puestos de trabajo es imposible de prever ante el incierto futuro de los que ahora están acogidos bajo los expedientes de regulación de empleo por seis meses, pero que muy probablemente en una buena proporción lo perderán definitivamente, llevando la cifra de desempleo más allá del 20%.

 

El problema sanitario fue de órdago pero el económico y social como consecuencia de éste es de una envergadura terrible y por mucho que se trate de vestir la crisis en forma de V lo mas probable es que lo sea en U si desgraciadamente no acaba de ser una L.

 

Varios son los modelos para tratar de controlar los contagios pero ninguno se ha demostrado efectivo. Algunos países apostaron por jugar a la inmunidad de grupo (implicaría llegar a un 65/70% de seroprevalencia, totalmente imposible) otros a la responsabilidad de los ciudadanos para evitar situaciones de riesgo, unos pocos irresponsablemente a mirar hacia otro lado priorizando lo económico sobre las vidas y algunos trataron de utilizar fórmulas imaginativas de control poblacional y territorial buscando confinamientos selectivos para no tener que acudir a los confinamientos totales a los que al final han tenido que acudir, ya que la experiencia ha demostrado que es la mejor de las alternativas pese al alto costo que tiene para las personas y la economía en general.

 

Con sistemas de salud públicos poco consistentes y con gran dependencia del sector privado, ello conlleva un problema añadido por la propia lógica de las coberturas privadas y por lo tanto de quien asume los costes derivados de algo no cubierto por póliza privada alguna.

 

Parece que lo inteligente es abordar simultáneamente el tratar de controlar contagios, el fortalecer el sistema público de salud y dar cobertura económica y social a los damnificados (empresas y trabajadores) por mucho que ello endeude al país, colocando el foco en los autónomos y en los que susbsisten buscándose la vida cada dia y que ahora no pueden hacerlo.

 

Desde el punto de vista de la gestión de los hospitales públicos y, aunque sea pronto para conceptualizarlo, la pandemia ha dejado una serie de lecciones aprendidas que al menos desde la óptica española han venido para quedarse y que me permito compartirles por si pueden serles de utilidad.

 

1. La gestión de la pandemia ha difuminado, salvo aspectos muy concretos, la tradicional división en especialidades ya que ahora se trata de dar atención médica, pensar más en expertos que en especialistas, reforzar la troncalidad y poner de moda al igual que en la industrie 4.0 los profesionales híbridos.

 

2. Los ciudadanos han acudido mucho menos a los hospitales públicos. Incluso en el código ictus o infarto la demanda ha bajado un 30%. Obviamente no debe dejarse de ir al hospital cuando se necesite pero tal vez pueda ser éste un indicador de un comportamiento mas responsable de demanda hospitalaria.

 

3. El trabajo en equipo multidisciplinario se ha visto extraordinariamente reforzado sin batallitas de me toca o no me toca alrededor del objetivo común de restituir la salud en función de lo posible. Mención especial al protagonismo de la Atención Primaria como primer escalón de contención de la pandemia con la gestion de las PCR y la trazabilidad de los contagios.

 

4. Las motivaciones trascendentes de los profesionales se sitúan muy por delante de las extrínsecas (las vinculadas a las condiciones de trabajo) e incluso de las intrínsecas que son las que satisfacen las motivaciones individuales, lo que puede generar una nueva dinámica de implicación y compromiso.

 

5. Los profesionales conceden a la calidez la misma importancia que a la calidad técnica y científica. Los ciudadanos han descubierto a unos profesionales que etiquetaban de funcionarios y la enfermería por fin está adquiriendo un protagonismo social que se le negaba.

 

6. La capacidad ociosa de los hospitales era muy grande por su baja productividad y ahora, cuando hay que hacer de la necesidad virtud aparece con toda claridad. Una cosa son las situaciones de contingencia donde los profesionales se baten el cobre de valiente y otra la mediana sobre la que hay que planificar.

 

7. La Salud Pública, la visión poblacional y la lectura epidemiológica consideradas de “segunda división” ante el I+D de prestigio, el del impact factor, se muestran imprescindibles y la “i”, la innovación a partir de lo existente, una estrategia básica para encontrar soluciones donde aparentemente no las hay.

 

8. La separación entre Salud y Dependencia (y si este nivel de atención no existe aun mas) está pasando una factura intolerable a la gente mayor. No puede continuar esta separación por lo que un modelo de “human centricity” es una necesidad ineludible.

 

9. Los recortes de estos 10 años (léase en Chile la descapitalización del sector público de tantos años) no puede continuar y debe revertirse tanto en lo que pertoca a las condiciones laborales de los profesionales como en las infraestructuras y tecnología.

 

10. Los profesionales como verdaderos gestores clínicos han tomado el mando en plaza para gestionar la emergencia de los hospitales, han gestionado el negocio y han dejado a los gestores con la responsabilidad de la gestión empresarial y el reparto de roles ha funcionado.

 

La crisis sanitaria pasará seguro y de hecho ya está ocurriendo en muchos países que están abordando la fase dura de la repercusión económica y social de la pandemia. Ojalá todo esto sirva de enseñanza de que no hay que abjurar del mercado, que está bien que sea todo el posible, pero siempre y esta es la lección fundamental, que el Estado sea todo el necesario para poder afrontar con los menores daños posibles las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de eventualidades como la del Covid y ello pasa si o si por un Contrato Social que de carta de naturaleza a una Sociedad del Bienestar que proteja a los ciudadanos ante los infortunios.

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