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EL HORNO NO ESTÁ PARA BOLLOS
26 mayo, 2017

El mundo aun no sale de su asombro ante un nuevo y cruento atentado terrorista en Europa. Esta vez, el blanco de los criminales fueron niños y adolescentes, aumentando la sensación de vulnerabilidad de un ciudadano que se debate entre el camino de aumentar las medidas de control y cierre de fronteras que proponen algunos, y la defensa de las libertades que tantas guerras le han costado al viejo continente. En Chile, entre tanto, la agenda noticiosa está instalada principalmente en el curso de la carrera presidencial. Piñera se mantiene en la delantera, con una campaña desplegada, equipos, propuestas y una cuidada puesta en escena lo que, por ahora, lo muestra como el seguro ganador de las primarias de su sector. No obstante, no ha conseguido mover a su favor de manera notoria los números en las encuestas, por lo que el resultado de las elecciones presidenciales todavía no son una historia zanjada. Por su parte, la Nueva Mayoría que, como ya sabemos, no contará con la oportunidad comunicacional que dan las primarias, se mantiene empantanada en el complejo escenario interno que le produce la existencia de dos candidatos, relevando los conflictos y sin dejar espacio para que ninguno de los dos, ni Guillier ni Goic, ocupen su limitado despliegue en hablarle a la ciudadanía sobre el futuro. A su vez, los candidatos del Frente Amplio, Sánchez y Mayol, realizaron el primer debate televisado que les permiten las primarias legales. Un “debate” que en realidad no fue tal, pues es evidente que una de las candidaturas – Mayol – es más bien una opción inteligente y funcional para el éxito de la otra.

 

MAL ESCENARIO PARA UNA ELECCIÓN

A estas alturas es bastante evidente que la crisis de confianza en las instituciones lejos de disminuir tiene una tendencia al alza que afecta sensiblemente a todo el espectro nacional y, particularmente en este año, al clima y desarrollo del cuadro electoral. En este confuso escenario, las investigaciones por el millonario fraude al interior de Carabineros continúan aumentando el número de involucrados, generando una suerte de “reconfirmación” de la percepción ciudadana de que “todos son corruptos” y que no se puede confiar en nadie. Efectivamente Carabineros, ubicado en las encuestas como una de las instituciones más prestigiadas y creíbles, era uno de las pocos organismos que se había salvado de escándalos que afectaran y dañaran su imagen. La investigación en curso, que se estima afectará a unos 100 uniformados, no sólo perjudica a ese organismo sino que se suma al conjunto de hechos que impactan en la imagen y credibilidad institucional general ya instalada en el país. En un escenario en el que las señales de estabilidad se han comenzado a debilitar tanto en el plano económico como político, bien vale tener en cuenta que:

 

Clave 1: La judicialización y el desprestigio de la política, los casos de colusión empresarial, la mala percepción de las personas respecto del cumplimiento de las promesas del Gobierno y, como rúbrica, lo acontecido con el desfalco al interior de Carabineros, terminaron por generar un complejo escenario. El cuadro actual, se presenta difícil para la elección presidencial. La acumulación de hechos que afectan la credibilidad, la confianza y la reputación de las instituciones afectan sensiblemente la conciencia ciudadana. A esto es preciso agregar además, que el cuadro internacional ahonda la sensación de que la mano de la corrupción alcanza a todo y a todos. En ese contexto, la política emerge como el sector más damnificado y dañado lo que empaña el desempeño de campañas que tienden a concentrar su acción en promesas de nuevos cambios y sueños que tienden a chocar con la incredulidad de los votantes potenciales.

 

Clave 2: Las entidades políticas no parecen percibir que La desconfianza que impera en el país, no solo en las instituciones sino también en las personas y liderazgos de toda índole y nivel, golpea al conjunto de la clase política y a prácticamente a todas las instituciones del país generando  dinámicas dispersivas que sólo siguen ahondando la crisis de confianza y desprestigiando a la política en su conjunto. Pareciera necesario que todos los sectores asumieran la urgencia de salir al paso de este fenómeno disminuyendo ataques y acusaciones sobre nuevos “escándalos” que afectan al conjunto y no sólo a aquellos a quienes se pretende desprestigiar. De paso, estas dinámicas sólo aumentan la lejanía de la política y la tendencia a aumentar la abstención ciudadana. El tema de la política y el dinero ya se tomó la conversación cotidiana de la mayor parte de la ciudadanía. No importa de donde vienen las denuncias y a quienes afectan, para el ciudadano común y corriente está instalada la idea de que todos se aprovechan del poder y roban. Continuar  en esa dinámica de discusión, sumarse a las denuncias sobre irregularidades o tratar de tomar conducción en un tema como este, solo ahonda el problema y sigue alejando a la gente de sus liderazgos.

 

Clave 3: Sin capacidad aún para actuar en este grave escenario, los dirigentes y parlamentarios de los partidos y coaliciones, insisten en buscar una suerte de “ley del empate”, para adjudicarle al adversario mayores responsabilidades por hechos o sospechas de corrupción, o posibles situaciones reñidas con la ética. Por cierto, este escenario parece favorable para quienes, sin haber asumido responsabilidades de Estado en el pasado, aparecen como la novedad que, además, está fuera de toda sospecha. Ello explica, en alguna medida, el crecimiento de Beatriz Sánchez en las encuestas. Sus dirigentes, han sabido diseñar además una inteligente estrategia de pseudo competencia interna, que les permite no solo tener primarias – con todo el despliegue comunicacional y financiamiento que ello implica – sino también, presentar una alternativa con capacidad para unirse tras un objetivo, cuando en las otras veredas lo que sobresale es el conflicto y la dispersión. No obstante, está por verse si esta acertada puesta en escena inicial se logra traducir en una real propuesta de país y en mostrar capacidad de dar gobernabilidad a su proyecto. Es decir, pasar del “qué” al “cómo”. No se debe olvidar que el chileno medio tiende a buscar la estabilidad y no el desorden y busca certezas que resultan mucho más valiosas que las grandes promesas.

 

Clave 4: Como lo previsible es que la próxima elección presidencial volverá a tener como protagonista principal la abstención electoral, las candidaturas presidenciales deberían coincidir en iniciativas que busquen un mayor involucramiento y participación de la ciudadanía. Eso es fundamental para la estabilidad de la democracia y de la política en el país. Se requiere recuperar el interés ciudadano por la cuestión social, por la discusión de lo que el país necesita. Si no se logra recapturar esa atención, como parece estar sucediendo ahora, la campaña se tiende a cerrar y se reduce a un debate ciego entre los propios candidatos y las coaliciones que los sustentan. Es decir, se transforma en un acontecimiento irrelevante para las personas. Este es un factor que no se debería perder de vista liderazgos.

 

Clave 5: A esta altura del proceso gubernamental, también va quedando claro que este segundo gobierno de Michelle Bachelet no será recordado, como el núcleo en el poder esperaba, por una gestión de grandes transformaciones ni por haber logrado la gratuidad en educación. Tras generar grandes expectativas y contando, por primera vez, con una contundente mayoría parlamentaria, ni el Gobierno ni la coalición que lo sustenta fueron capaces de capitalizar esa “partida con ventaja”. Por el contrario, el favorable escenario inicial dio pie para una actuación de aire refundacional, y para un porfiado desprecio por la búsqueda de acuerdos estratégicos que proyectaran en el tiempo los cambios propuestos.

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