top of page

Seguimos en deuda

Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion.

La Segunda / columna de opinión 

17 de octubre  2023

En octubre de 2019, Chile fue testigo de un fenómeno sin precedentes. Salieron a las calles miles de personas para expresar sus demandas, buscando cambios significativos en materia de pensiones o salud. Todo apuntaba a que la élite política tenía una oportunidad para abordar estas inquietudes de manera efectiva. Sin embargo, en lugar de aprovecharla, se tomó un rumbo inesperado: el país se embarcó en un proceso constituyente que nadie pedía.

Este proceso, en teoría, brindaba la posibilidad de realizar cambios estructurales significativos. Pero esto se vio ensombrecido por la acción u omisión de los sectores que fueron de manera contingente mayoritarios, los cuales buscaron instalar sus propias agendas en lugar de trabajar en una interpretación colectiva.¿Qué hemos logrado? Que probablemente este país se transforme en un caso de estudio por un doble fracaso institucional. Esta visión pesimista aumenta cuando podemos constatar que, paralelamente, no se ha podido llevar adelante acuerdos en cuestiones que sabemos urgentes. Temas de los cuales de forma transversal sabemos que debemos hacernos cargo, ya que sino la sensación de insatisfacción continuará. Hemos llegado a este escenario no porque nuestros representantes han estado escasos de propuestas o tiempo, sino más bien por simple falta de voluntad. No hemos estado a la altura de las circunstancias para dar solución efectiva a cuestiones que son manifiestas.

Las consecuencias notables y negativas de las movilizaciones y el proceso constituyente han sido la inestabilidad política y la fragmentación de la sociedad chilena. Por otro lado, la confianza en cualquier liderazgo político se erosiona rápidamente, creando incertidumbre en cuanto a la toma de decisiones y el futuro político. Nos resulta cada vez más complejo leer a la sociedad o saber por cuál camino optará, incluso con el peligro que lo haga hacia el populismo. Mientras tanto, nuestra dirigencia política camina por la senda de la polarización y la discordia, todo porque hace cuatro años se decidió erróneamente.

Al final, lo que nuestra élite política pensó sería la llave para encauzar el malestar social logró desnudar las falencias que tenía un tinglado que veíamos como robusto. En contraste, en aquella oportunidad, por visiones inexplicables hoy, se detuvo el trámite de una reforma previsional. Después de cuatro años estamos al debe.

bottom of page