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Hora de hacernos cargo

Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion.

La Segunda/ columna de opinión 

24 de marzo 2023

Desde hace un tiempo se ha venido configurando un escenario que, de cumplirse, nos llevará a asumir un alto costo, si no somos capaces de hacernos responsables. Es un hecho que Chile se ha vuelto un país cada vez más complejo de gobernar, con una ciudadanía reticente de asumir las consecuencias de sus propias decisiones. Nos vimos agotados por los partidos políticos, y quisimos que personas independientes, comunes y corrientes, tomaran las decisiones. Como resultado tuvimos una cantidad importante de convencionales con estas características. A los meses nos aburrimos de ellos.


También hoy los ciudadanos tienen escaso nivel de tolerancia con sus gobernantes, y rápidamente les restan su apoyo. En las últimas cuatro elecciones presidenciales se optó por darle el Poder Ejecutivo a la oposición. Incluso fuimos más allá: en 2021 marginamos a las coaliciones tradicionales y le dimos la confianza a un dirigente de 35 años a quien hoy le reprochamos su falta de expertise. ¡Vaya contradicción! Algunos incluso se han rendido a las medias verdades.


En la otra vereda la cosa no parece ir mejor. Observamos de manera más recurrente cómo parte de nuestra élite política fomenta estas visiones críticas. En la última década sólo hemos observado en dos ocasiones cómo nuestro sistema político concurrió a grandes acuerdos, con el objeto de viabilizar nuestro proceso constituyente. Todo bien con lo ocurrido en noviembre de 2019 y diciembre de 2022, pero aún estamos a la espera de la toma de decisiones ante otros temas prioritarios.


La falta de convergencia en grandes materias puede resultar delicada, pues permite el espacio fértil para la proliferación de dirigentes políticos que se han inclinado por posturas populistas, de esas que endulzan el oído, u otro tipo de personajes que por miedo al enjuiciamiento público igual propenden a estas.
Todo lo anterior, además, en un contexto en el que las personas han dejado de valorar la democracia y son capaces de renunciar a sus propias libertades a cambio de mayores niveles de seguridad. Vamos tan avanzados por este camino que no son pocos quienes miran con buenos ojos las políticas estilo Bukele. Mientras, hemos seguido por décadas felicitándonos por la fuerte institucionalidad nacional, esta misma ha venido haciendo agua, amenazada por un populismo cada vez más transversal.


Como dijimos, hemos ido perdiendo la capacidad de crear debates profundos con grandes acuerdos en materias que por largo tiempo han quedado en el olvido. Por ejemplo, pensiones. Mientras las personas aspiran a un retiro anticipado más, nuestros políticos llevan más de una década buscando un acuerdo. Ya es hora de hacernos cargo.

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