El primer cara a cara Kast-Jara
Por Ignacio Imas, gerente asuntos públicos Imaginaccion
Ex – Ante / Columna de opinión
27 de noviembre 2025
En el foro, Jara necesitaba más que mantener: requería mover el tablero, generar quiebres, instalar dudas razonables sobre su adversario, y en ese plano, si bien no retrocedió, tampoco logró descollar.
El foro social organizado por Radio Cooperativa marcó el primer cara a cara entre Jeannette Jara y José Antonio Kast en esta segunda vuelta presidencial. En un escenario de creciente polarización, el debate no solo estuvo determinado por su contenido, sino también por el contexto que lo precedió.
Por ejemplo, la controversia se centró en la negativa de Kast a participar en el debate organizado por Mega, y las declaraciones de don Francisco, quien atribuyó la frustrada emisión de Las dos caras de la moneda a la falta de disposición de la candidatura de Kast. A esto se sumó, el apoyo implícito del expresidente Eduardo Frei al candidato de derechas, un gesto que remeció a la elite política, ya que en los hechos, quebró la tradición de respaldo hacia un postulantes de una misma coalición.
Ese era el marco en que se desarrolló el foro: un debate que, por formato y contenido, presentaba desafíos asimétricos para los candidatos. José Antonio Kast llegaba con una propuesta centrada en orden, migración y reducción del aparato estatal, un enfoque que podría tensionarse en una conversación centrada en derechos sociales y políticas públicas.
Para Jeannette Jara, el terreno parecía más favorable: su experiencia en el área social y laboral le permitirían, en principio, mayor familiaridad con los temas. No obstante, lo que se proyectaba como un debate técnico terminó siendo, inevitablemente, también un debate político: lo que está en juego es quién dirigirá el país, y cómo se traducirá eso en prioridades concretas de gobierno.
En el desarrollo, Jara optó por una estrategia de interpelación directa, cuestionando de forma reiterada la propuesta de Kast de reducir el Estado. A lo largo del debate, Kast evitó entrar en detalle, enfatizando más bien ideas generales sobre eficiencia y buena gestión. En el fondo, el problema para él puede no resultar menor: reducir en grandes magnitudes el gasto, puede resultar difícil de sostener al largo plazo.
A pesar de lo anterior, Kast logró mantener la estructura que le ha dado resultado hasta ahora: convertir esta elección en un plebiscito sobre la administración de Gabriel Boric. Esa narrativa dominó sus intervenciones. Y si bien esa insistencia puede parecer repetitiva para algunos sectores, sigue siendo funcional mientras el eje electoral se mantenga centrado en la desaprobación del gobierno actual. La apuesta es clara: capitalizar el descontento ciudadano.
En este punto, adquiere relevancia el comportamiento del electorado de Franco Parisi. Se trata de un segmento socioeconómico más vulnerable, con alta desconfianza hacia la elite, que exige mejoras concretas en servicios públicos, pero simultáneamente reclama un Estado más pequeño y eficiente.
Esa paradoja es uno de los desafíos centrales del balotaje, y ambos candidatos lo saben. Kast apeló a ese votante con una retórica de orden, control del gasto y crítica frontal a la actual administración, un estilo que conecta con la dimensión identitaria anti-Boric de ese electorado. Jara, por su parte, buscó resonar con propuestas específicas —como la rebaja del IVA a los medicamentos— que se encontraban en el programa original de Parisi, intentando una conexión más programática que emocional.
A lo largo del debate, sin embargo, Jara enfrentó dificultades para transformar su expertise técnica en mensajes accesibles y convincentes para un público amplio. Faltó claridad para explicar cómo se traducen, el recorte propuesto por Kast, en impactos concretos sobre la vida de las personas, o en apoyo a organizaciones sociales. En una elección que tiene cuesta arriba, esa capacidad de comunicar soluciones claras y diferenciadas puede ser decisiva.
Pese a los esfuerzos de Jara por tensionar la discusión, Kast logró evitar errores mayores, esquivar las preguntas más complejas, fundamentalmente en cómo abordar el tema migratorio, y mantener su narrativa sin alteraciones. En ese sentido, su desempeño fue funcional a su estrategia: conservar su ventaja y no abrir flancos innecesarios. Por contraste, Jara necesitaba más que mantener: requería mover el tablero, generar quiebres, instalar dudas razonables sobre su adversario, y en ese plano, si bien no retrocedió, tampoco logró descollar.
En resumen, fue un debate que orbitó en torno a los derechos sociales, pero que, como todo en segunda vuelta, estuvo atravesado por decisiones profundamente políticas. Kast consolidó su posición con una narrativa estable y emocionalmente efectiva; Jara reforzó su perfil técnico, pero aún enfrenta el desafío de ampliar su conexión con votantes que apoyaron a candidatura que basaron su discurso contra la administración que ella perteneció. Mientras Kast actúa como favorito defendiendo el statu quo electoral, Jara necesita algo más que buena gestión de los debates. La campaña aún no termina, pero el reloj corre.

